Como me vine a Alemania sin saber el idioma, me pareció una buena idea apuntarme a un curso intensivo. Sólo ha sido el comienzo, pues voy a continuar, (en un mes se aprende lo básico) pero la experiencia merece la pena.
No sólo por el aprendizaje en sí, sino porque te desenvuelves en tareas cotidianas con gente que no conoces y que acaban convirtiéndose en amigos. Como cada uno venimos de un lugar distinto se dan situaciones de lo más interesantes y, cómo no, conversaciones de lo más curiosas en las que cada cual se expresa como puede. Y es que es cierto: "Querer es poder." Como todos queremos entender y ser entendidos al final la comunicación fluye.
Tras este primer mes puedo decir que lo que más me llama la atención de este idioma (además de los ya conocidos dativos, nominativos, acusativos... que nos traen a todos los extranjeros de cabeza) es la capacidad que tienen para ser de lo más específicos.
Ellos no se conforman con denominar las cosas sino que puntualizan exactamente a qué o quién se refieren y para ello lo que hacen es unir palabras. De tal manera que si una palabra te parece larga, cuando acabas juntando tres, cuatro o cinco te resulta casi imposible de pronunciar. Pero se acaba cogiendo el truco.
Una experiencia más que recomendable, sin duda.
El próximo mes más. Ya estoy ansiosa.
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