viernes, 16 de marzo de 2012

Indignación ante la incoherencia

Puedo entender que al contar con grandes empresas automovilísticas hagan casi de todo para que la gente se anime a comprar un vehículo. Eso es una cosa y otra muy distinta es lo que ocurre cada día en las estaciones de metro.

Cada mañana miles de presonas se dirigen a sus trabajos en este medio de transporte. En lugar de actuar con lógica (y poner más vagones y que pasen a menos frecuencia) hacen justo lo contrario. Con lo cual, quieras o no, tienes que ir apretujado (eso con suerte de que te dejen subir. En algunas estaciones han contratado personal para que no se suba 'demasiada' gente)

Hoy mismo he podido contemplar una escena lamentable. Se les ha ocurrido que un viernes por la tarde no iba a haber mucha gente de manera que han decidido poner algunos trenes cortos. Una ancina ha llegado a la estación y aunque ha 'corrido' para coger el último vagón )que estaba a unos cuantos metros de lo que suele ser habitual cuando el tren es 'normal') no ha podido cogerlo. Han podido verla por el retrovisor pero sin un ápice de remordimiento le han cerrado la puertas en sus narices. ¡Y que se espere otros 10 minutos o más!

En Madrid puedo sacarle punta a muchos defectos en los transportes públicos: como que en verano a algunos se les olvida poner el aire (y lo contrario en invierno). Y, por supuesto, vamos más que apretujados. Pero es por la cantidad de gente que somos y que utilizamos estos medios. Los trenes son largos y su frecuencia corta, poco más se puede hacer... (al margen de subir los salarios y que todos nos podamos permitir comprar un coche, mantenerlo, alquilar una plaza de garaje...)

Me he detenido cuando esa señora se ha quedado en el andén. No he sido la única. Todos los que nos hemos girado hemos puesto la misma cara y, aunque en diferentes idiomas, todos hemos dicho lo mismo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario