Alemania es un país moderno. Su alta tecnología se lo permite. Además, es un país que marcha bien. Pese a encontrarnos todos en una difícil recesión, el país germano ha sabido salir a flote y mantener su economía y sus puestos de trabajo.
Sabiendo que los más pequeños son su futuro no los descuidan en lo más mínimo. Da gusto encontrarse con ellos por las calles, los parques, los jardínes... Hay excepciones, como en cualquier otro sitio pero, por lo general, son de lo más educados.
Además, disfrutan de estos valiosos años, no sólo formándose sino exprimiendo al máximo su tiempo y disfrutando al aire libre, incluso en los días más fríos. Y puedo dar fe de que los hay.
Los padres les animan a salir a jugar o, directamente, les acompañan a hacerlo. Eso es algo que me resultaba de lo más cotidiando cuando era pequeña y algo que ahora me cuesta encontrar por Madrid. Y por lo que me han contado pasa más o menos lo mismo en el resto de España.
Ahora en lugar de salir a jugar a la calle, al parque, ir corriendo a los columpios... Se pelean por estar más tiempo frente a la pantalla del ordenador, la televisión y la consola.
Está claro que con ese presente no podemos esperar un gran futuro. El equilibrio entre ambos creo que resulta lo más beneficioso para todos.
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